martes, 29 de julio de 2008

Criticar no es malo

Una de las cosas de la antigua política que se ha perdido es el respeto personal entre gente con distintas ideas. Antes era perfectamente normal tener fuertes discusiones sobre asuntos políticos, sociales o religiosos, sin perder el aprecio personal hacia los que pensaban distinto. Que mejor ejemplo que don Luis Valente Rossi, cuando fue Director del antiguo diario “El Morro” de Arica mantenía encendidas polémicas que llegaron hasta a Tribunales, sin embargo nunca se perdió la caballerosidad y el buen trato personal una vez enfriado el enojo del momento.

Ahora en cambio los ataques son directo a la yugular de la persona y cuando alguien discute o señala alguna diferencia de ideas se interpreta enseguida como un menoscabo personal. Creo que esto ocurre porque la política hoy es mucho más rentable y los que llegan a una posición de poder se aferran a ella con uñas y dientes. Esto se ve claramente en las querellas políticas de Arica, donde los ansiosos por llegar recurren a todo para desbancar a otros no menos ansiosos por quedarse. El nivel de virulencia se explica porque un puesto de autoridad hoy significa un buen ingreso que puede durar muchos años, no solo para el elegido sino para toda su familia y amigos.

Creo que es muy bueno que se discuta y se critique a las autoridades, se supone que son nuestros servidores y no al revés, siempre que sea dentro de un marco de respeto por las personas. Criticar las decisiones que uno considera equivocadas es un deber para cualquiera que le tenga cariño al lugar donde vive y se interese por que sea cada día mejor. Es pésimo que las autoridades se sientan menoscabadas cuando los critican, o que exijan críticas solo constructivas, o sea aplausos, eso demuestra el miedo que tienen de perder sus privilegios.

Criticar no es malo, atacar personalmente si lo es, especialmente cuando se hace desde una especie de superioridad moral que nos separa entre buenas y malas personas. Creo que ese es un problema en Arica, con una espiral de ataques e insultos personales que distraen de lo que es importante. La desunión no viene del debate de ideas, sino de la incapacidad de usar ideas en lugar de descalificaciones personales. Ojalá que las personas a la hora de elegir se den cuenta del valor de ir eliminando los focos de odiosidad personal de nuestra vida social y política, porque allí está la causa por la que jamás llegamos a ponernos de acuerdo en nada. Desde el momento en que se empieza a insultar al que piensa distinto, perdemos toda posibilidad de ponernos de acuerdo.

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