domingo, 7 de diciembre de 2008

Y del tren nunca más se supo

Desidia es una palabra que puede caracterizar a Arica desde hace años. Si no me creen sólo piensen cuanto tiempo pasó sin que nadie moviera un dedo por esos pobladores a quienes asignaron viviendas sociales sobre un basural, justo al lado de un acopio de residuos muy tóxicos. O piensen en los minerales pesados procedentes de Bolivia, almacenados a la intemperie durante décadas. O recuerden el agua con alto contenido de boro, un experimento inédito con la salud de miles de ariqueños a vista y paciencia de las autoridades de salud. En fin, la lista es larga y cada una de estas situaciones se ha arrastrado por décadas. Parece que a nadie le importa nada.

O tal vez todos se aburrieron de reclamar contra grupos de poder que parecen invencibles. ¿Qué le pasó a la empresa que trajo los residuos tóxicos a Arica? Absolutamente nada, yo jamás he escuchado una palabra sobre los empresarios que hicieron un gran negocio importando los desechos, menos contra las autoridades que decidieron construir casas justo al lado. Los minerales pesados, muy peligrosos para la salud se siguen almacenando a la intemperie, a pocos metros de donde se vende el pescado que todos consumimos, ninguna autoridad se ha atrevido a clausurarlos. Para qué hablamos del agua potable con boro.

Así se siguen acumulando situaciones que en cualquier otro lugar del mundo provocarían una rebelión popular. El Ferrocarril Arica La Paz, interrumpido desde el año 2005 es otro ejemplo de nuestra desidia. Mientras la carretera internacional, que lleva hacia el principal destino turístico de la región, es sobreexplotada por camiones de alto tonelaje, el ferrocarril sigue fuera de servicio, y así pasan los años, el puerto es subutilizado y la carretera atochada con ineficientes camiones.

Y del tren nunca más se supo, como si el Fisco de Chile estuviese escaso de fondos, o como si temiesen que, una vez más, se van a robar toda la plata. Allí sigue la línea tapada con arena, todas las instalaciones desmanteladas, muchos cesantes y los accidentes cada vez más frecuentes en la carretera a Bolivia, es increíble que nadie se pronuncie al respecto. Claro que nuestros políticos hablan, prometen y ofrecen mega proyectos, mientras los problemas simples y urgentes se arrastran por años. El ferrocarril es necesario, genera empleos y actividad económica, baja los costos de mantención de la carretera. Su abandono no tiene ninguna explicación lógica aparte de la desidia. Igual que con la Estrategia de Desarrollo, del ferrocarril nunca más se supo.

No hay comentarios: