domingo, 11 de mayo de 2008

Abandono y negación

Como en la guerra entre clásicos y románticos que dividió a Francia en el siglo XIX, en Arica tenemos nuestra propia guerrilla entre la Teoría del Abandono y la Teoría de la Negación. Los empresarios arruinados, cesantes y endeudados reclaman que el Gobierno Central nos tiene abandonados. Que por razones geopolíticas Chile llega sólo hasta Cuya, que en Santiago les interesa un comino nuestra cesantía y depresión económica, porque como somos pocos votos, invertir en Arica no es políticamente rentable.

Los políticos y empleados del Gobierno niegan todo categóricamente, si bien existen problemas las cosas van mejorando, vienen nuevos y mejores proyectos, la cesantía, depresión son sensaciones subjetivas que nada tienen que ver con la realidad, porque Arica en promedio, es una ciudad que está bastante bien comparada con otros lugares de Chile. Son los portavoces de la Teoría de la Negación, que restan importancia a cualquier problema y frente a cada crítica sacan algún anuncio que "ya viene" y que "en el futuro" arreglará los problemas de la ciudad.

Probablemente, ambos tengan razón en cosas específicas, pero están equivocados en la forma de enfrentar el problema. Muy característico en los ariqueños es creer que su situación personal es reflejo de la ciudad. Por eso el que tiene un generoso sueldo fiscal piensa que Arica está mejor que nunca; mientras que el que está mal cree que toda la ciudad está en la ruina.

La Teoría del Abandono pide políticas de Estado, subsidios que nunca serán suficientes, pues alcanzan a unos pocos y producen un drama cuando se cortan. Los de la Teoría de la Negación exigen optimismo y fe en el futuro, olvidando que con pura fe no se paga las cuentas. No es cosa de ahora. Las dos teorías, con los mismos argumentos, vienen de los años 70. Seguimos girando en círculos. Cambian gobiernos, pasan los años pero se repiten los argumentos y se discute las mismas cosas.

En tanto, nadie se preocupa de mejorar la gestión, arreglar lo que anda mal, ejecutar lo anunciado, y parar los negociados individuales. Todos creen que su negocio es clave para el desarrollo de la ciudad,. La mitad de los ariqueños exige subsidios para su propio provecho,, mientras que la otra mitad acusa al resto de llorones y afirma que estamos mejor que nunca. Por eso en Arica pasan los años y todo sigue igual, lo que no deja de ser parte del encanto de vivir en esta ciudad.

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