domingo, 11 de mayo de 2008

Arica playera

Trescientos sesenta y seis días, nuevecitos, de paquete, se nos presentan con la llegada de este nuevo año bisiesto. Como en todo comienzo, enfrentamos un mundo lleno de posibilidades. Podemos esforzarnos por lograr todo lo que no alcanzamos antes, o repetir los mismos errores y dejarnos llevar por la corriente. Pero el nuevo año tiene otra gran ventaja para los suertudos que vivimos en el hemisferio sur, porque coincide con el comienzo del verano.

Arica revive en los veranos, llegan los turistas, brilla más el sol y la gente comienza a ir a la playa. Es la época en que las familias tradicionales, aprovechando el clima benigno, se trasladan con camas y petacas a acampar a Las Machas o Corazones. A pesar de los siglos que han pasado, conservamos muchas costumbres antiguas, siempre hemos sido una ciudad playera y relajada. Recuerden que los Chinchorro no dejaron grandes construcciones ni ingeniosos inventos, ¿para qué? En un lugar donde la vida es tan fácil, los grandes esfuerzos son innecesarios.

La cultura playera también divide en distintas facciones a esta ciudad de individualistas: algunos prefieren El Laucho, otros son fanáticos de La Lisera, mientras que Chinchorro tiene sus propia clientela. Son gente que va durante años, todos los veranos a la misma playa, se colocan en el mismo lugar y hacen las mismas cosas: algunos se dedican a jugar a las cartas, otros a las paletas y algunas chicas simulan leer un grueso libro, mientras chequean cuidadosamente a los del sexo opuesto. Yo que soy demasiado flojo para todo eso, pertenezco al grupo de los mirones, que se colocan a observar el mar y otras cosas de interés acodado en las barandas. Como es la misma gente todos los años, la playa se convierte en una especie de club social, donde casi todos se conocen o por lo menos se ubican.

Arica es una ciudad extraña, donde nada queda demasiado lejos del mar. El "centro" está ubicado justo en una esquina, y darse una vuelta a la playa a mediodía es el deporte más popular de la ciudad. El concepto de salir a dar una vuelta, que ya se ha perdido en todas las grandes ciudades, todavía reina en la nuestra, no se sale a nada concreto, simplemente a dar una vuelta a la playa o al centro. Arica es playera, los oficinistas se van a trabajar con el traje de baño debajo de la tenida formal, salen a la hora de almuerzo y aprovechan de pasar a la playa a mediodía, allí se encuentran con los amigos, se comen un ceviche y dormitan hasta las 4 de la tarde, para volver en pocos minutos al duro trabajo. Si eso no es calidad de vida, no sé cómo podría llamarse, vivimos como millonarios sin darnos cuenta, tal vez sea por eso que rara vez nos encontramos un peso en el bolsillo.

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