domingo, 11 de mayo de 2008

Turismo alternativo

Vengo llegando de un viaje por la Amazonía peruana. Impresionado por el potencial turístico, el bajo costo de hoteles y alimentos en Puerto Maldonado. Me asombraba no ver la cantidad de turistas que pasan a diario por las calles de Arica. Le pregunté a un amigo local dónde estaban los turistas y me dijo: "espera que llegues al aeropuerto, allí los verás". Efectivamente, en el aeropuerto comenzaron a aparecer los buses de resorts de lujo que traen a los turistas directamente a sus selvas estilo Disneylandia, sin poner un pie en la ciudad ni aportar nada a los residentes locales durante su estadía. A un costo de 300 o más dólares por noche, esos resorts fabrican un ambiente de selva pintoresco y falso, visto con envidia y no poca rabia por la gente que vive en Puerto Maldonado, donde por falta de mercadeo no pueden aprovechar el enorme potencial de ecoturismo de aventura a precios módicos.

Pensando en el tipo de turismo que se ha desarrollado casi espontáneamente en Arica, sin ayuda del gobierno ni de grandes inversiones, hemos tenido mucha suerte, porque existe una gran cantidad de pequeñas residenciales, hoteles, agencias de viaje y muchas operaciones familiares y microempresas que se benefician del turismo de pasada. Al no existir un boom que abra el apetito de los grandes inversionistas, es la ciudad entera que gana, no sólo con lo que gastan los turistas sino de interactuar con ellos de manera mucho más familiar y directa que en áreas donde la estadía es manejada por grandes empresas.

No todo el turismo deja los mismos beneficios. Los que viven cerca de los lujosos resort de Las Tacas o Villarrica saben que es muy poco lo que deja esa clase de turistas a las comunidades. Es muy importante darse cuenta de esto y no dejarse encandilar por las promesas de convertir a Arica en el Miami chileno, como a veces se pretende. Esos resort pueden ser muy valiosos para sus dueños y para los intermediarios que gestan el negocio, pero valen poco o nada para las ciudades donde se ubican.

Por eso nos conviene mucho más vender Arica como ciudad relajada, para gente sencilla que quiere vivir bien en un ambiente tranquilo y económico. De ese modo mantendremos a la ciudad lejos del interés de las grandes empresas y el turismo seguirá siendo una fuente de ocupación e ingresos para miles de pequeños negocios. Así toda la ciudad se verá beneficiada y no sólo unos pocos empresarios poderosos.

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