domingo, 11 de mayo de 2008

Mitología ariqueña

Arica es una ciudad mitológica. Estamos llenos de cuentos, leyendas y sueños de un pasado esplendor que vivimos recordando con nostalgia. Dependiendo de la edad del ariqueño, la edad del oro puede ser el Puerto Libre, la Junta de Adelanto, la época de las industrias o el auge del contrabando hacia Perú. Ese es el pasado mítico que todos esperan que algún día se repita.

Varias décadas atrás, fuimos la ciudad más pujante de Chile, con un modelo de autogestión donde se construyó todo, menos el Morro. En esos años gente de todo el país llegaba a la ciudad como a una tierra prometida. Cuando vino la decadencia, muchos ya se habían acostumbrado y se quedaron, pensando que los buenos tiempos algún día tendrían que volver. Esta mirada permanente al pasado es lo que modela la opinión de los ariqueños, que sueñan con repetir el Puerto Libre, la Junta de Adelanto o las industrias. Pero ya no se puede. El mundo cambió y lo que antes eran ventajas, hoy no existen. Además la preocupación de los políticos es asegurar sus intereses personales y familiares, así es que ya no es factible ninguna medida que les quite espacios de poder, como ocurrió con la Junta de Adelanto.

¿Qué hacer entonces? Muchos han optado por irse a buscar trabajo a otro lado. Sólo un par de mis compañeros de universidad sigue viviendo acá, pero la mayoría sueña con volver y añora las cosas que para nosotros son comunes y corrientes: la seguridad, el buen clima, el estilo de vida lento y relajado, la playa en verano, el bajo costo de vida. A pesar de todos los problemas, en Arica la vida sigue siendo fácil y agradable. No se extrañen si comienza a llegar gente de otros países a disfrutar de estas cosas que nosotros apenas tomamos en cuenta.

Por eso, no hay que quedarse pegados mirando para atrás y alimentando la reputación de quejumbrosos. Hay que dar valor a lo que ya tenemos, sin caer en cuentos chinos ni repetir los mismos errores. El turismo puede ser la siguiente época de oro en la ciudad, no con grandes edificios ni casinos, porque de donde vienen los turistas hay casinos y construcciones mejores de lo que podemos soñar. Debemos buscar nuestras ventajas comparativas y potenciarlas. Nuestra riqueza es lo auténtico y natural, basta con mejorar las playas, la limpieza, pintura, plantar árboles de verdad, esos que dan sombra, hacer más áreas verdes y mejorar todos los servicios al turista. Que Arica no vuelva a ser más el lugar donde "no hay mucho que hacer", más información y mejores servicios. No cuesta casi nada, sólo la voluntad de mejorar. La economía del futuro está en los servicios y en eso tenemos muchas ventajas comparativas.

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