sábado, 7 de mayo de 2011

Aprovechar la marca Cjile

La importancia de la educación técnica es un lugar común, pero en nuestro país seguimos obsesionados con los títulos universitarios como único camino a la prosperidad y el respeto social. Tenemos el peso de una tradición histórica en contra de los técnicos. Gonzalo Vial Correa, en su Historia de Chile relata en detalle de como todos los intentos por crear escuelas técnicas de prestigio terminan desnaturalizados. La Escuela de Artes y Oficios, el antiguo Instituto Nacional de Capacitación Profesional, Duoc y muchos otros terminaron convertidos en universidades o institutos caros y exclusivos por la presión de un mercado donde todos quieren ser gerentes.


La gran preocupación de don Federico Santa María fue que la institución a la que legó su fortuna perdiera su vocación de escuela de técnicos, y eso fue justamente lo que ocurrió con el tiempo.
Ese desprecio por el trabajo real, con las manos, es parte de nuestra tradición histórica más profunda, a los ingenieros -profesión sustancialmente técnica- se los forma y se los contrata como gerentes. Y como los puestos de gerencia no son muchos, los que quedan fuera de esos puestos se dedican a otra actividad, por ejemplo, a hacer clases, perpetuando muchas veces la formación de teóricos sin preparación para los trabajos que la economía real necesita.

El éxito o fracaso de los colegios se mide en función de cuantos de sus egresados entran a la universidad, es decir, que todo lo que no sea universidad es un fracaso para el estudiante, eso explica que seamos un país lleno de maestros chasquillas. Esta situación absurda debería cambiar. ¿Qué haríamos en un país con puros médicos, gerentes y científicos? Los propios Centros de Formación Técnica no ayudan mucho cuando se presentan como un escalón intermedio para un título universitario o, peor todavía, cuando acomodan su oferta a las especialidades de moda, ofreciendo todos más o menos las mismas carreras.

Muchos años atrás existieron intentos serios de formar técnicos de primer nivel, pero con el tiempo todos desaparecieron. Yo creo que Arica está bien ubicada para comenzar ese cambio tan necesario. Subir el perfil a la enseñanza técnica con un instituto de excelencia, carreras más cortas, mejores programas, profesores de primera línea, becas al talento, acreditación y control de calidad extranjeros. En el sur del Perú y Bolivia tenemos dos grandes mercados que podrían sostener un proyecto de esa envergadura. Creo que tenemos ventajas reales para vender servicios educativos que privilegien la calidad por sobre el marketing. Deberíamos aprovechar la marca Chile, mientras nos dure

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